Hoy celebré llegar a veinticinco diciembres, me gozé, reí, brinqué, comí, y también llore. En resumen, me llena de amor llegar a esta edad, y agradezco a Dios permitirlo. Debo confesar que extrañé la felicitación de mi papá, extrañé su voz y ese abrazo matutino con aplauso incluido. Extrañé sentirlo, y escucharlo de él... pero el cariño y el deseo de él para mi, lo tuve presente igual que en mis anteriores dieciochos de diciembre. Es curioso llegar a los 25, (que recuerdo haberles celebrado a mis hermanos y verlos como adultos "GRANDES", a una hasta a días de casarse), y yo sentirme aún pequeña, todavía niña. Pero mirarme al espejo, a mi carrera y mi agenda, y saber con certeza de que soy tan adulta como ellos. Que gracias a Dios, lo estoy logrando, superándome y creciendo en gracia y sabiduría (como mi mamá siempre ha orado). Me enorgullecen mis años, y vivencias. Todas las bendiciones que Dios ha mostrado, y me regala, así, sin merecerlo, sólo porque l...